ALEX PUIG

Republica Dominicana

[EN CONSTRUCCIÓN] – Diarios de Dominicana se adentra al país caribeño con tal de dejar constancia de un presente cambiante afectado por el turismo masivo, la precariedad generalizada y el abandono del estado.

Una serie documental que ahonda en las diferentes capas del tejido social que conforma la República Dominicana a través de historias de sus habitantes, la realidad social de las comunidades más humildes y ejemplos de los retos a los que se enfrenta dia a dia esta paradisíaca nación caribeña.

A través de diversos testimonios, conoceremos la realidad y los retos a los que se afrontan las dominicanas y dominicanos que luchan día tras día para vivir dignamente. Ya sea a través de la realidad en la infancia y el trabajo infantil, la educación, el turismo masivo o la amenaza climática, entre otras, conoceremos las flaquezas pero también las virtudes que conforman esta nación en el corazón del caribe.

El derecho a ser joven

Según datos de la ONG Children International, la República Dominicana ostenta una de las tasas más elevadas a nivel mundial en cuanto a matrimonios y embarazos en la población juvenil. Esta carencia de planificación familiar, derivada de una escasa presencia de servicios sociales y agravada por la falta de oportunidades laborales, ha resultado en que aproximadamente uno de cada diez niños se vea obligado a trabajar para contribuir a que la familia alcance a llegar a fin de mes.

El derecho a una infancia digna y a una educación adecuada continúa siendo un privilegio para numerosos jóvenes en la nación caribeña. Esta situación se repite de manera alarmante en diversos países latinoamericanos, especialmente en áreas rurales donde la presencia estatal y los servicios sociales son prácticamente inexistentes

De cómo envejecer

Según Federico, el secreto de la longevidad reside en el cacao, las “chinolas” y el café que cultiva en el patio de su casa. Este dominicano original de la península de Samaná luce de una salud y una mentalidad de hierro a sus 75 años. Sin ningún aditivo, Federico prepara estas dos codiciadas semillas en tres simples pasos: secar, hornear y moler. El resultado es insuperable.

Su vecino, Blanco, le visita a menudo para pasar el rato y compartir una taza de algo. Ambos, viudos, se hacen compañía, ya sea jugando al dominó, trabajando la tierra, charlando o haciendo chisme amable de los vecinos. “Así funciona la comunidad, acá nadie está solo. Todos cuidamos de todos”.

A veces trae a algún que otro extranjero perdido pero para ellos, a pesar de suponer un apoyo, no dependen del turismo ni del “progreso” que supuestamente este trae para vivir una vida mínimamente digna. De hecho, a ambos les preocupa que este paradisíaco rincón se acabe llenando de forasteros que, en busca de este mismo estilo de vida, terminen por invadir el lugar. Una forma de vida que, a pesar de ser idílica a los ojos de occidente, no deja de estar marcada por la precariedad y la falta de recursos. Y es que aquí quien provee es la naturaleza, no el estado.

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