ALEX PUIG

Libertad de expresión: Pablo Hásel ingresa a prisión por las letras de sus temas.

El rapero Pablo Hasél es condenado a más de 6 meses de prisión por sus contundentes canciones en contra de la monarquía española y su crítica a los casos de corrupción del estado. Una sentencia que servirá como punto de partida de unas protestas que colapsarán el centro de la ciudad durante casi 12 días. Saqueos, disturbios, violencia policial y un balance de más de setenta heridos- algunos con heridas irreversibles por el impacto de las balas de foam en el ojo- en una revuelta protagonizada por jóvenes, quiénes, más allá de reclamar su derecho a la libertad de expresión, salieron a la calle para denunciar la precariedad y la falta de oportunidades.

Reacciones que llegaron tras las constantes normas derivadas de la pandemia. Unas restricciones que alteraron irremediablemente la salud mental de muchas personas, especialmente la de los más jóvenes quienes, constantemente culpabilizados, dijeron basta, reivindicando sus demandas en una serie de manifestaciones de lo más polémicas.

Durante casi dos semanas, Barcelona se convertiría, una vez más, en un circo mediático dónde una buena parte de la prensa se dedicó a descontextualizar y a sembrar el pánico, sin mencionar siquiera el problema estructural que denunciaban las y los asistentes a las concentraciones.

Más allá de informar sobre los disturbios, algunos medios españoles distorsionaron la realidad de las protestas focalizándose en los manifestantes más violentos sin atender, con un tratamiento objetivo y profesional, las demandas de los manifestantes. Con una prensa omnipresente y un gran grupo de oportunistas, las reivindicaciones de las protestas acabaron siendo acalladas por actos vandálicos y numerosos saqueos en tiendas de Paseo de Gracia, al tiempo que la prensa retransmitía los hechos en directo.

Un año más tarde, Pablo Hasél sigue en custodia policial a la espera de un juicio que seguro traerá más reacciones en la calle.

En las primeras horas, el ambiente fue relativamente festivo. Los raps, los altavoces a todo volumen y las “batallas de gallos” retumbaban en la plaza Lesseps para acabar derivando en una “macrofiesta”. Entre tanto, la tercera fase de la pandemia llegaba a su punto más crítico.

Viendo tal acción de desobediencia colectiva, me desplacé para documentar los hechos. Siguiendo un punto de vista independiente y sin estar sujeto a ninguna línea editorial más allá de mi propia visión analítica, decidí enfocarme en elementos singulares para retratar algunos de los componentes que participaron tanto activa como pasivamente en las protestas en apoyo al rapero Pablo Hasél.

Elementos que, directa o indirectamente, construyen la realidad que hay delante y detrás de unas manifestaciones que, más allá de dar apoyo a Pablo Hasél, plasmaron la frustración de una juventud harta de ver como se coartan sus libertades en un clima de precariedad perpétua. 

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